Trithemis annulata (Palisot de Beauvois, 1807)

Trithemis annulata (Palisot de Beauvois, 1807) es una especie de libélula que pertenece a la familia de las Libellulidae. Es originaria de África, donde es abundante por todo su territorio excepto en las en áreas con bosques tropicales cerrados. Ya en el siglo XIX se registró su presencia en Europa, con referencias en Cerdeña, Sicilia, Italia continental y Chipre, pero no fue hasta la segunda mitad del siglo XX cuando inició una verdadera expansión por el mediterráneo europeo. En España fue citada por primera vez en 1978, en la provincia de Córdoba. En la década de 1990 penetró en Francia (primera cita en Perpignan en 1994) desde el S de España y el S de Italia, y luego en los Balcanes desde Grecia y Turquía. En la Península Ibérica, donde inicialmente había limitado su presencia a la mitad S y a la zona mediterránea, colonizó a principios del siglo XXI nuevas zonas como Galicia (primera cita en 2002), Navarra (primera cita en 2010) o Guipúzcoa (primera cita en 2014). Indudablemente el aumento global de las temperaturas, unido a su adaptabilidad y a su competitividad, favorecerá y ampliará esta expansión.

Este odonato (orden Odonata, que significa dientes en la mandíbula) es un insecto relativamente robusto y de tamaño medio, con unas dimensiones para los machos de 22-24 mm de abdomen (34-36 mm de longitud total) y 52-60 mm de envergadura (medida la del ala posterior, la mayor), y para las hembras un abdomen similar y 56-64 mm de envergadura. Las libélulas (suborden Anisoptera, alas anteriores y posteriores desiguales) son paleópteros, es decir, no pueden plegar las alas en reposo sobre el abdomen, a diferencia de los caballitos del diablo (suborden Zygoptera, alas anteriores y posteriores muy similares) que sí pueden. Como todos los insectos, su cuerpo presenta 3 partes diferenciadas: cabeza, tórax y abdomen. El macho adulto tiene una cabeza grande de color rojo oscuro, unas antenas muy cortas, los ojos en la parte superior de la cabeza, prácticamente juntos y de color rojo en ambos sexos, con manchas blancas en el borde posterior, y una frente es de un color rojo-violáceo oscuro, metálico. Estos ojos le proporcionan una vista excelente gracias a la particular estructura de sus ojos: miles de facetas dispuestas de tal forma que le permiten un gran campo visual y ver presas y predadores a considerable distancia. Las piezas bucales están adaptadas para morder, y de ellas destaca la mandíbula inferior, provista con un labio enorme, extensible, y armado con ganchos y espinas que facilitan la captura de presas. El tórax consta de 3 segmentos, como en todos los insectos. El protórax es pequeño, está aplanado dorsalmente en un disco con forma de escudo, que tiene 2 crestas transversales, y es violáceo con franjas longitudinales más oscuras. El mesotórax y el metatórax se fusionan en una estructura rígida con forma de caja y con refuerzos internos, que proporciona una unión robusta para albergar los poderosos músculos de las alas. Son alas largas, más estrechas en la punta y más anchas en la base, membranosas y transparentes, con unas distintivas venas rojas. El pterostigma (celdilla en la parte externa de las alas) es de color marrón anaranjado, y además hay una gran macha de color amarillento-anaranjado en la base de las alas traseras. El abdomen consta de 10 segmentos y es bastante ancho, de color rosado-violáceo con una pruiniscencia azulada, con marcas moradas en la parte superior de cada segmento y negruzcas en los 3 segmentos terminales. Sus 6 patas presentan un par de garras en el extremo. Las articulaciones de las piernas largas tienen filas de espinas y, en los machos, una de esas filas en cada pata delantera está modificada componiendo una especie de «cepillo» que usa para limpiar la superficie del ojo. Las hembras, de tamaño muy similar al de los machos, tienen el tórax de color marrón y el abdomen amarillo con marcas de color marrón oscuro y pruiniscencia amarillenta, y además las venas de las alas son amarillentas, pero tienen unas manchas similares en la base. En la fase juvenil no es fácil distinguir los sexos, pues ambos muestran colores amarillentos y marrones.

En cuanto a la reproducción, es un proceso complejo en las libélulas, con una coreografía muy definida. Primero el macho ha de atraer a una hembra a su territorio, ahuyentando continuamente a los machos rivales. Cuando está listo para aparearse, transfiere un paquete de esperma desde su abertura genital primaria en el segmento 9, cerca del final de su abdomen, a sus genitales secundarios en los segmentos 2-3, cerca de la base de su abdomen. Luego, el macho sujeta a la hembra por la cabeza con las pinzas al final de su abdomen, volando la pareja en tándem con el macho al frente y posándose habitualmente en una rama o tallo de una planta. Después la hembra dobla su abdomen hacia abajo y hacia adelante para recoger el esperma de los genitales secundarios del macho, mientras este usa las citadas pinzas abdominales para agarrar a la hembra por detrás de la cabeza, adoptando la postura llamada «corazón». La fecundación se produce en el momento de realizar la puesta, la cual ocurre dentro de fuera del agua y consiste en que la hembra desova dando golpes sobre el agua con el extremo del abdomen, mientras el macho la sujeta por la cabeza intentando evitar que los rivales aparten su esperma e inserten el suyo. Los huevos tardan -más o menos- una semana en eclosionar. El período larvario es corto, por lo que puede reproducirse con éxito en masas de agua temporales.

Como otros odonatos, pasan gran parte de su vida como ninfas (néyades) en aguas estancadas o corrientes, alimentándose de pequeños invertebrados, renacuajos y huevos de distintos animales. En el agua sufren varias mudas antes de la definitiva, que es al aire libre y de la que surge el adulto. Dichos adultos están activos, en nuestras latitudes, de abril a noviembre aproximadamente. Su actividad básica es el vuelo, facilitada por una característica ausente en la mayoría de insectos: las libélulas pueden batir sus alas anteriores y posteriores de forma simultánea o alterna en diferentes fases del vuelo, resultando un vuelo potente, altamente controlado y energéticamente eficiente. Cuando descansan entre vuelos, lo suelen hacen sobre piedras o plantas que bordean las aguas que habitan, con las alas más o menos caídas. Las patas, por su posición frontal, no son útiles para caminar, pero sí para posarse y, por la pinza que componen, para trepar a plantas y atrapar al vuelo los pequeños insectos (mosquitos, moscas, abejas, etc.) que caza de adulta para alimentarse. Los machos son muy territoriales y agresivos, atacando a otros de la misma especie o no, hasta el punto de eliminar a otras especies competidoras. Este hecho hace que sea una especie peligrosa para los odonatos locales, allí donde se haya introducido.

En estado larvario vive en masas de aguas estancadas o de corriente más o menos lenta, mientras que ya de adulto vive en los alrededores de esas aguas, buscando las zonas más soleadas y cálidas del lugar, pareciendo recordar sus orígenes africanos. A veces se ven en hábitats de aguas salobres. Por la noche o cuando se oscurece el sol, suelen desplazarse a los árboles.

Sinónimos y taxones subespecíficos de Trithemis annulata (Palisot de Beauvois, 1807):

  • Libellula annulata (Palisot de Beauvois, 1807)
  • Libellula annulata subsp. annulata (Palisot de Beauvois, 1807)
  • Libellula annulata subsp. haematina (Rambur, 1842)
  • Libellula annulata subsp. scorteccii (Nielsen, 1936)
  • Libellula haematina (Rambur, 1842)
  • Libellula obsoleta (Rambur, 1842)
  • Libellula rubrinervis (Sélys, 1841)
  • Trithemis annulata subsp. annulata (Palisot de Beauvois, 1807)
  • Trithemis annulata subsp. haematina (Rambur, 1842)
  • Trithemis annulata subsp. scorteccii (Nielsen, 1936)
  • Trithemis obsoleta (Rambur, 1842)
  • Trithemis rubrinervis (Sélys, 1841)
  • Trithemis violacea (Sjöstedt, 1899)

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